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Opinión de Pedro Reina
2011-10-05 ★ Desprecios de Aguirre

Escribo este artículo cuando ya llevo cinco días de huelga y varias movilizaciones en la calle y se prevén próximamente más de ambos. Mi actual jefa, la persona que debería atenderme, Esperanza Aguirre, sigue despreciándome y ninguneándome. En vez de contestar a mis reclamaciones, me insulta y pone en mi contra a las personas para las que trabajo.

El asunto comenzó hace varios años, pero la parte más visible es de julio de 2011, hace solo unos meses. La Consejería de Educación y Empleo de la Comunidad de Madrid dicta entonces unas instrucciones de comienzo de curso que regularán el funcionamento de los centros de enseñanza secundaria (entre otros) durante el curso académico 2011-2012. Las instrucciones suponen un mazazo más en la campaña de destrucción de la educación pública que lleva a cabo Esperanza Aguirre. Pero el golpe se da en julio, mes en que los profesores no asistimos a nuestros centros de trabajo; ese mes trabajan, y mucho, los directores y los jefes de estudios, pero los profesores tradicionalmente no nos vemos casi nada. Si las instrucciones fueran razonables, se podrían haber enviado en junio para facilitar la organización de los centros; pero como no lo son, se envían en julio para seguir una política de hechos consumados y evitar las lógicas protestas de la comunidad educativa. Aun así, dada la exagerada dureza de las instrucciones, numerosos directores, jefes de estudios y profesores en general vamos expresando nuestro frontal rechazo.

Como respuesta a las protestas, la consejera Lucía Figar sigue enviando más instrucciones de principio de curso durante el mes de julio, que amplían, desdicen, corrigen y contradicen a la primera y a ellas entre sí. Los directores que las tienen que aplicar se encuentran con un océano de dudas. Si se siguen correctamente unas partes de las instrucciones, se inclumplirán otras. Esta absoluta falta de coherencia denota varias cosas: los responsables de las instrucciones no las han pensado antes de redactarlas, Lucía Figar no entiende absolutamente nada de cómo funciona un centro de enseñanza secundaria, Esperanza Aguirre desprecia el trabajo que realizan los equipos directivos de los centros y el objetivo de las instrucciones no es instruir, sino destruir. Bien sabido es que resulta mucho más sencillo demoler una construcción que levantarla.

Cuando empieza septiembre el profesorado ya ha ido preparándose para la que se avecina y Esperanza Aguirre decide, en vez de dialogar, echar más leña al fuego con su frase "Sabemos que les estamos pidiendo un esfuerzo especial pero 20 horas son, en general, menos de las que trabajan el resto de los madrileños". Una frase así, que proviene de una persona licenciada en Derecho y ha sido ministra de Educación, solo puede interpretarse como un frontal ataque a todos los profesores de secundaria; y, por añadidura, un desprecio a cualquier persona que no tenga dañada su capacidad de raciocinio. Esperanza Aguirre sabe que la frase es falsa, pero también sabe que va a hacer mucho daño. Abusando de su posición, va a obtener un titular que va a llegar a mucha gente y va a provocar el desprestigio de una profesión. Su actuación es moralmente reprobable y la califica peor de lo que lo pueden hacer sus enemigos. Al día siguiente, en un movimiento melifluo perfectamente calculado, cree justificarse afirmando que "el que tiene boca se equivoca". No me siento ofendido por sus palabras, puesto que no ofende quien quiere sino quien puede, pero sí que noto cómo me desprecia a mí, a todos mis compañeros y a la categoría profesional de los profesores de secundaria de la enseñanza pública.

El desprecio por lo público no viene de ahora; Esperanza Aguirre proclamó: "Si todos fuéramos funcionarios tendríamos hambre y corrupción". Curiosas palabras para provenir de una persona que cobra once trienios en su nómina de empleada pública. Si ella lleva más de 33 años cobrando del estado, debe saber muy bien de lo que habla; quizá sea aplicable en este caso la frase "piensa el ladrón que todos son de su condición": no lo sé, porque no puedo bucear en la conciencia de Esperanza Aguirre, pero sí que me quedo con la duda.

Esperanza Aguirre afirma que no está aplicando recortes en la enseñanza pública, sino ajustes que mejoran la gestión de sus recursos. Una de las consecuencias de las instrucciones de principio de curso es que muchos funcionarios de carrera están cobrando sus sueldos sin tener aún destino en ningún centro. Nadie puede entender que tener cobrando sin trabajar a un profesional sea una mejora en la gestión.

Esperanza Aguirre, por boca de Lucía Figar, afirma que la calidad de la enseñanza no se ve afectada si los profesores pasan de dar 18 periodos lectivos a la semana a dar 20. Sin embargo, los profesores que dan clase a los cuatro grupos del bachillerato de excelencia que están ubicados en el IES San Mateo imparten 12 periodos lectivos a la semana. La contradicción es tan patente que no es necesario explicarla.

Cuando salgo a la calle amparándome en mis derechos constitucionales para protestar por lo que creo injusto, me califican de sindicalista (no estoy afiliado a ningún sindicato) y afirman que yo agredí a los peregrinos del JMJ 2011 (soy pacifista y no estaba en Madrid durante las JMJ). Estas acusaciones son completamente gratuitas, se lanzan en masa impidiendo la defensa individual y no las puedo calificar más que de un desprecio a mi persona. Si yo creyera en la judicialización de la vida, tendría que denunciar los hechos ante la autoridad competente; pero me conformo con esta exposición pública, que es algo más acorde con mis convicciones.

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