Admiro a los columnistas de los periódicos: al menos una vez a la semana expresan su opinión sobre algún asunto, generalmente de actualidad. La manifiestan con belleza literaria, correcta documentación y originalidad. Y no me parece nada fácil.
Porque yo necesito mucho tiempo para formarme una opinión sobre casi cualquier tema. Necesito confrontar diferentes fuentes, que a menudo me resultan contradictorias o al menos no coincidentes. Necesito valorar cada razonamiento intentando hacerlo mío, comprendiendo su motivación y consecuencias. A menudo me encuentro con varias opciones válidas sobre un mismo asunto. Me resulta difícil confrontar los supuestos hechos con la realidad. Por eso cuando llego a una opinión, nunca estoy seguro al cien por cien de ella y estoy dispuesto a cambiarla si cambian las circunstancias que he valorado o aparecen otras nuevas.
Y aún así, me encanta el debate. Los libros que más leo suelen ser de ensayo y las conversaciones que más me llenan son aquellas en las que se busca la verdad o al menos se debate honestamente con razonamientos sinceros y sin mantener posiciones inamovibles.
Según mi manera de ser, formarse una opinión requiere, tras conocer los distintos argumentos, de un periodo de reflexión personal, una maduración a veces insconciente de los diversos componentes externos junto con los propios, nuestras vivencias, nuestros pensamientos, incluso nuestros sentimientos. Y ese periodo en mi caso es largo, porque cuantos más años tengo, más valoro las opiniones de los demás, más posibilidades diferentes aprecio para poder resolver el mismo problema, me voy dando cuenta de los diferentes puntos de vista que admite la realidad. Y si la reflexión es sobre algún asunto moral o personal, las posibilidades aún son muchas más.
Algunos modos de utilización de Internet me parecen poco adecuados para la expresión de opiniones: bien porque tienden a la brevedad de las exposiciones, porque tienden a la dispersión o porque rápidamente se convierten en estériles campos de batalla. Por eso no me resultan atractivas muchas redes sociales ni muchos blogs.
Pero como sí creo firmemente en las posibilidades de comunicación que ofrece Internet, hoy me decido a echar a andar esta nueva sección de mi web, en la que pretendo expresar mi opinión subjetiva sobre los pocos asuntos en los que tenga algo que decir. Imagino que la utilizaré pocas veces, ya que me cuesta mucho tiempo poner en orden las ideas que me puedan surgir, porque le dedico a la redacción un tiempo superior al razonable y sobre todo porque si no tengo nada que aportar a un asunto, no quiero añadir más ruido sobre él.
Llevaba mucho tiempo pensando en la forma que le podría dar a este espacio, incluso he instalado y probado en mi servidor de pruebas algún programa de mantenimiento de blogs, pero al final he decidido una estructura más simple, más acorde con mis criterios de creación de webs sencillas. También he valorado la posibilidad de permitir la aparición de comentarios tras cada artículo, pero la he desechado por varios motivos: no creo que mis opiniones interesen a mucha gente (por lo que creo que el volumen de comentarios sería ridículamente pequeño), recibiría muchos comentarios automáticos con publicidad (spam) que me obligarían a un control y porque existen ya multitud de otras vías por las que cualquier usuario de la web puede expresar sus opiniones.