Una de las ventajas de llevar un diario consiste en que uno
cobra consciencia, con una claridad tranquilizadora, de las
transformaciones a que está sometido incesantemente
(Franz Kafka)
Hace tiempo que me he acostumbrado a no hacerme preguntas absurdas, que son todas aquellas que no tienen respuesta. Lo dijo alguien con rotundidad: lo que puede decirse, puede decirse con claridad, y de lo que no puede decirse, mejor no hablar. Si decido por un momento abandonar tan sana costumbre y me planteo por qué escribo, la respuesta gira inevitablemente en torno a la intensa necesidad expresiva que siento desde que tengo memoria: es imperativo para mí compartir con el resto de la especie humana aquello que, misteriosamente, sólo admite la expresión literaria. La escritura se hace así diálogo conmigo mismo y conversación con lo que me rodea, investigación de las claves que integran en la vida a una persona que posee una marcada tendencia al extrañamiento.
Creo que la escritura -el arte en general- es una cuestión de mirada. Algunas miradas se posan en lo inmediato, otras se centran en la utilidad de las cosas; unas pocas, finalmente, atraviesan las apariencias, suspenden el tiempo e intuyen bajo la piel de los visible las sutiles conexiones que unifican la maravillosa diversidad de lo real. Descubrir la concordancia entre el borde de un pétalo y la majestad de un acantilado, sentir en los huesos que la vida que palpita en el guepardo es la energía que hace crecer la hierba, constantar que lo que impulsa los astros es la misma fuerza que mueve mi espíritu, tal es el objeto de la escritura que me interesa. Escribir se me hace siempre viaje de estudios, cruel búsqueda que me empuja hasta el límite de lo expresable, más allá del cual palpita el enigma.
Cualquier texto se realiza en el lector, lo que supone el agotamiento y, en cierto modo, la destrucción de lo escrito, de la misma manera que la cerilla cumple su cometido cuando se incinera, y este mismo cumplimiento supone su destrucción. Difundir los textos en internet es una estupenda forma de encontrar lectores que tengan mis mismas orejas.
Que mis palabras -que en realidad pertenecen a quien las lea- vayan de mano en mano sin más limitaciones que las establecidas por el copyleft: difunde los textos a tu gusto pero no los alteres ni los comercialices sin mi permiso explícito. Y siempre que los cites, cita a su autor y la procedencia.
Si quieres ponerte en contacto conmigo puedes hacerlo en la siguiente dirección de correo electrónico: [email protected]
Que lo disfrutes.
Juan José Cabedo Torres
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